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Escribir una Introducción a la Teología es un ejercicio interesante, apasionante a veces, por dos motivos. He aquí el subjetivo: está bien que en la proximidad de la jubilación académica se emprenda la tarea de pensar reflejamente lo que ha sido la larga tarea de pensar, enseñar y escribir teología, empeño demasiado vasto para la brevedad de la vida. Quizás no sería bueno escribir una Introducción a la Teología en los años mozos. Ahora, al final de la enseñanza, se saborean de verdad los contenidos de la teología.
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